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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Bo 15-1

Ven

Éxodo 10:1-11

Moisés y Aarón fueron a Faraón, y le dijeron: Así dice el SEÑOR, el Dios de los hebreos: "¿Hasta cuándo rehusarás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva

(Éx. 10:3 LBLA)

¿Tenía el faraón la opción de humillarse?

El faraón había recibido órdenes desde el cielo para enviar al pueblo al desierto para servir al Eterno. La presión había aumentado cada vez más sobre él. Pocas personas en el mundo han recibido mensajes tan claros y milagros y señales tan concretos desde el cielo. Lo normal en una situación semejante sería que la persona reconociera la soberanía del Eterno y se humillara ante su mano poderosa. Por eso el Eterno reprocha al faraón por no humillarse ante él.

Esto nos enseña que el faraón era el responsable de lo que hacía. Tenía el libre albedrío para elegir lo bueno y lo malo, y optó por lo malo. Él mismo había endurecido su corazón. Él mismo había tomado la decisión de no humillarse ante el Eterno. Por eso él fue reprendido por eso. Si el Eterno hubiera producido todo eso en el faraón sin que él mismo hubiese podido elegir, HaShem no hubiera sido justo al acusarle por ello.

Así que el faraón era el responsable de sus decisiones y tenía la libertad para humillarse si hubiera querido. Pero tomó la decisión equivocada y esa fue su ruina.

Cuando el Eterno nos habla, él espera que nos humillemos ante él. Si no nos humillamos ahora, un día nos reprimirá por ello. El espera que cada persona se humille ante él y le obedezca. Para eso fue creado el hombre. Pero por la libertad que tiene cada persona muchos deciden no humillarse, y esa decisión será su eterna ruina.

El resultado de no humillarse ante el Eterno siempre será la humillación y la ruina. El resultado de humillarse ante el Eterno siempre será la exaltación y la salvación.

          Ahora, ¡escoge tú mismo!

          Shavua tov,

          Ketriel