Mana diarioParasháDonaciónDoctrina Trinidad

 

El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Mishpatim 18-5

Decretos

Éxodo 23:6-19

No pervertirás el derecho de tu hermano menesteroso en su pleito… No oprimirás al extranjero, porque vosotros conocéis los sentimientos del extranjero, ya que vosotros también fuisteis extranjeros en la tierra de Egipto. 

(Éx. 23:6, 9 LBLA)

¿Por qué HaShem está tan interesado en los débiles?

En la Torá hay muchos mandamientos que protegen a los débiles que hay en la sociedad. Aquí tenemos dos versículos que destacan la importancia de cuidarse de no hacer ningún tipo de daño a una persona pobre o extranjera. La razón que el Eterno destaca para no oprimir al extranjero es que el pueblo conoce los sentimientos del extranjero. El impacto emocional de ser extranjeros en Egipto debería durar más de una generación, puesto que es la base para este mandamiento. A partir de la generación de Yehoshúa (Josué) los niños que nacieron ya no habían experimentado la esclavitud ni conocían el sentimiento de un extranjero. Sin embargo la Torá habla como si ese sentimiento estuviera en el pueblo para siempre.

Esto nos enseña que aunque no hemos experimentado personalmente lo que los extranjeros experimentan, debemos recordar las generaciones que pasaron por esa experiencia en Egipto, y debemos esforzarnos para intentar de ponernos en el lugar del extranjero para sentir lo que él siente.

Me acuerdo de la primera vez que estuve en España sólo viviendo en una casa donde únicamente hablaban castellano y valenciano. Yo no había estudiado el español y me era muy difícil comunicarme con la familia donde vivía. Me acuerdo que estaba sentado a la mesa y no sabía cómo pedir el azúcar, porque no sabía cómo se llamaba azúcar en castellano. Cuando tenía necesidad de ir al baño, no podía pedir disculpa por levantarme de la mesa, y los demás me veían como muy raro, como un ignorante. Me sentía totalmente sólo, aislado y abandonado en mis emociones frustrantes de no poder comunicar las cosas más básicas de la vida.

 En ese momento tomé una decisión, de nunca jamás olvidarme de esas emociones para poder comprender a todos los extranjeros que vienen como inmigrantes a nuevos países sin saber hablar. Es una emoción sumamente humillante.

Es muy fácil para el que sabe, humillar a un extranjero. Cualquier actitud de desprecio, cualquier palabra degradante, cualquier mirada despreciable aumenta el sufrimiento y la frustración del extranjero.

HaShem conoce esos sentimientos y él quiere que su pueblo nunca jamás se olvide de lo que significa ser extranjero para no aumentar el dolor que ya existe en los extranjeros por no saber hablar bien, por no conocer la cultura bien, por no saber dónde se consiguen las cosas, por no entender los chistes, por no pensar como los demás y por un montón de cosas más.

Cuidemos a los débiles y esforcémonos para hacerles la vida menos difícil. Quita de tu boca todo chiste sobre los minusválidos, los extranjeros, los de otra raza, los ignorantes, los del país vecino y todos los demás que no son como tú. Esas actitudes de desprecio y de reírse de los demás no es agradable delante del Eterno. La Torá nos enseña a purificarnos de todo esto.

Que el Eterno nos ayude a siempre expresar nuestro amor de manera práctica, también a los que no son como nosotros.

          Kol tuv,

          Ketriel