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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Trumá 19-1

Ofrenda

Éxodo 25:1-16

Y que hagan un santuario para mí, para que yo habite entre ellos. 

(Éx. 25:8 LBLA)

¿Dónde habita el Eterno?

El pueblo fue invitado a traer una ofrenda al Eterno de los más valioso que tenían, empezando con oro y terminando con piedras preciosas. El propósito para la ofrenda era hacer un santuario para el Eterno dónde Él podía morar. Entonces se puede decir que el Eterno quiso habitar en las ofrendas de su pueblo.

Sin embargo, el texto hebreo no dice que el Eterno quería habitar entre ellos, sino dentro de ellos – en hebreo betojam, בתוכם. Esto nos enseña que el lugar donde realmente el Eterno deseaba morar era dentro de los corazones de cada hijo de Israel.

Ahora, sólo los que tenían corazones alegres con ganas de dar recibieron el permiso para entregar materiales para el tabernáculo. Por lo tanto las ofrendas venían de los corazones de los que amaban la presencia del Eterno. Su amor al Eterno se expresó en la entrega de sus bienes más preciosos.

De esa manera hay una relación muy íntima entre el corazón del pueblo y el santuario. El Eterno quiso vivir en el santuario de los hijos de Israel, pero ese santuario se construyó de los materiales que habían sido dados de todo corazón. De esa manera el Eterno no habitaba solamente en los materiales físicos sino también en los corazones de su pueblo, y se cumplió la palabra que dijo que iba a habitar dentro de ellos.

Nuestras ofrendas de corazón son el camino a la intimidad con el Eterno.

Si das ofrendas al Eterno de todo corazón él viene a hacer su morada dentro de ti.

Shavua tov,

Ketriel