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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Tetsavé 20-6

Mandarás

Éxodo 29:38-46

Esto es lo que ofrecerás sobre el altar: dos corderos de un año cada día, continuamente. Ofrecerás uno de los corderos por la mañana y el otro cordero lo ofrecerás al atardecer… Será holocausto continuo por vuestras generaciones a la entrada de la tienda de reunión, delante del SEÑOR, donde yo me encontraré con vosotros, para hablar allí contigo. Y me encontraré allí con los hijos de Israel, y el lugar será santificado por mi gloria.

(Éx. 29:38-39, 42-43 LBLA)

¿Cuál es el propósito del sacrificio diario?

Cada mañana a las nueve y cada tarde a las tres tenían que sacrificar un cordero en el tabernáculo terrenal. El cordero de la mañana expiaba por los pecados cometidos durante la noche y el cordero de la tarde expiaba por los pecados cometidos durante el día. De esa manera hubo una expiación constante para los hijos de Israel. Pero, ¿cuál fue el propósito de esos sacrificios? ¿Para qué el pecado del pueblo tenía que ser expiado? La respuesta es, para que el Eterno pudiera estar cerca del pueblo. El deseo del Todopoderoso es estar cerca de sus hijos. Pero no desea solamente estar cerca sino también vivir dentro de cada uno de nosotros. Él desea que su gloria llene el hombre de tal manera que su luz pueda radiar en este mundo. El deseo más íntimo del Eterno es habitar en su pueblo. Y para cumplir este deseo tenía que establecer estos sacrificios expiatorios que servían para cubrir el pecado de manera que el pueblo pudiera acercarse al Altísimo que es un fuego consumidor.

Este texto destaca la relación estrecha que hay entre la ofrenda de ascensión continua, llamada holocausto, y la intimidad entre el Eterno y su pueblo. Además se destaca la relación entre los sacrificios de los dos corderos diarios y la transmisión de la Torá a Moshé.

Todo esto es una sombra del sacrifico eterno del Mesías Yeshúa. Él fue colgado en un madero a las nueve de la mañana y entregó su espíritu a las tres de la tarde. Su muerte es necesario para la expiación del pecado en el tabernáculo celestial para que el cielo pueda bajar a la tierra y el pueblo pueda encontrarse con el Eterno en el tabernáculo celestial.

En el espíritu hay acceso al tabernáculo celestial (Juan 4:23-24). Aquí hay mucho que decir que es difícil de explicar. Las dimensiones y las consecuencias de la muerte expiatoria del Cordero del Todopoderoso son inmensas en cuanto a la intimidad espiritual entre el hombre y el Creador.

La muerte y resurrección de Yeshúa abrió el camino para el servicio espiritual en el santuario celestial. Todos los que han nacido de nuevo tienen la posibilidad de servir como sacerdotes en el templo celestial. El Mesías es el Sumo Sacerdote y sus discípulos son los sacerdotes.

Para el que profundiza en esta realidad se le abrirá un mundo inmenso con influencias espirituales tremendas tanto en el mundo espiritual como en este mundo físico. La intimidad con el Eterno por medio del sacrificio del Cordero es mucho más profunda que la intimidad que se produjo en el tabernáculo terrenal. Las palabras nos faltan para expresar las profundidades y las alturas de este ministerio sacerdotal celestial.

Que el Eterno abra nuestros ojos del corazón para ver la importancia del sacrifico del Cordero y que nos llene de su Espíritu para poder servir fielmente como sacerdotes en el tabernáculo celestial y encontrarnos cara a cara con el Eterno todos los días, AMEN.

          Ketriel