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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Sheminí 26-7

Octavo

Levítico 11:33-47

Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santos, porque yo soy santo. No os contaminéis, pues, con ningún animal que se arrastra sobre la tierra. Porque yo soy el SEÑOR, que os he hecho subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis, pues, santos porque yo soy santo.

 (Lev. 11:44-45 LBLA)

¿En qué consiste la santidad?

La santidad consiste en ser diferente. El Eterno es santo en el sentido de ser diferente, apartado de toda cosa creada. Él está fuera de la creación, pero no significa que no pueda dirigir y manifestarse dentro y por medio de la creación. Su santidad es lo más destacado en cuanto a su relación con las cosas que él ha creado. El no es creado, es apartado, separado de lo creado, es diferente, es santo.

Y de la misma manera como el Eterno es santo en cuanto a lo creado, él desea que su hijo, el pueblo de Israel, también sea santo en cuanto a la relación con lo creado. Por eso  aprendemos en este capítulo que los hijos de Israel tienen que abstenerse de comer y tocar los cadáveres de ciertos animales que producen impureza ritual. De esa manera se vuelven santos en dos aspectos, se separan de los animales que producen impureza ritual y se separan de las costumbres de las demás naciones. Así su conducta se vuelve santa, diferente, separada.

Hay muchas más áreas de la vida humana que el Eterno ha establecido como medios para la santificación del hombre. Todas sus leyes fueron dadas para santificar a su pueblo. Los mandamientos santifican, nos hacen separados de la conducta pecaminosa y nos acercan al Eterno.

La santificación por medio de la obediencia a los mandamientos no sólo producen un acercamiento al Eterno sino también crean en el pueblo santo un reflejo del Santo en este mundo. Con otras palabras, cuanto más fieles seamos a la hora de cumplir los mandamientos más cerca del Eterno vamos a estar y más vamos a reflejar su santidad en este mundo. Por eso, cuando oramos “santificado sea tu nombre” estamos expresando nuestro deseo de cumplir el fin de los mandamientos, que el Eterno sea santificado en este mundo por medio de nosotros. Cuando nosotros somos santos en toda nuestra manera de vivir, el Nombre del Eterno es santificado en este mundo.

“Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia, sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO.” (1 Ped. 1:14-16 LBLA)

Shabat shalom,

Ketriel