Lej Lejá 3-7
Ve por ti
Génesis 17:7-27
Y estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti… Mas el varón incircunciso, que no es circuncidado en la carne de su prepucio, esa persona será cortada de entre su pueblo; ha quebrantado mi pacto
. (Gén. 17:7,14 LBLA)
Sigue vigente el pacto de la circuncisión?
Un pacto posterior no puede anular un pacto anterior. El Eterno no puede cambiar sus pactos, ni puede cambiar de opinión, ni puede anular alguna de sus palabras. Pero sí, puede cumplir su parte de los pactos de cuantiosas maneras y puede cumplir sus palabras de muchas formas.
El pacto de la circuncisión en la carne fue establecido entre el Eterno y Avraham y sus descendientes físicos por todas las generaciones. Es un pacto eterno. Esto quiere decir que todos los varones que son descendientes físicos de Avraham tienen la obligación de circuncidar el prepucio para poder seguir estando dentro de ese pacto. Un descendiente de Avraham que no es circuncidado a los ocho días de nacimiento o más tarde perderá el derecho de pertenecer al pueblo de Israel, el pueblo judío.
Según la ley judía uno tiene que haber nacido de madre judía para poder ser reconocido como judío. Es decir, si alguien no tiene una madre judía no tiene la obligación de circuncidarse en la carne. Esta es la razón por la que Pablo circuncidó a Timoteo, porque era hijo de una mujer judía (Hech. 16:1-3).
La circuncisión en la carne es una señal que habla de otra circuncisión, la del corazón. La circuncisión del corazón ya existía en el tiempo de Moshé (Moisés), como está escrito en Deuteronomio 10:16: “Circuncidad, pues, vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.” (LBLA). El Eterno requiere de su pueblo no solamente la circuncisión de la carne, sino también la del corazón. Pero es muy importante entender que las cosas invisibles no anulan las cosas visibles y viceversa. Las cosas celestiales no anulan las cosas terrenales y vice versa. Estas realidades existen en los dos mundos al mismo tiempo y una cosa habla de la otra y una cosa está conectada con la otra.
Con otras palabras, si un judío experimenta la circuncisión de su corazón, eso no anula su circuncisión en la carne ni le quita la responsabilidad de circuncidar a sus hijos a los ocho días de nacer. Por el otro lado, un judío circuncidado en la carne no es completo hasta que haya circuncidado su corazón. Porque su circuncisión en la carne no le exime de la responsabilidad de circuncidar su corazón.
Ahora, en el Mesías existe una circuncisión del corazón más poderosa que el que habla Moshé rabenu – nuestro maestro. El que menciona Moshé rabenu es algo que nosotros podemos hacer. ¿Cómo? Quitando de nuestros corazones todo lo que lo hace insensible a lo espiritual. Un corazón incircunciso es un corazón insensible a lo espiritual. Un corazón circuncidado es uno que no solamente obedece los mandamientos del Eterno sino lo hace de corazón, con gozo y amor. Un corazón circuncidado es un corazón que escucha la voz del Espíritu.
En la circuncisión en el Mesías ocurre algo más profundo dentro del corazón del hombre. Parte del yetser hará – la mala inclinación, que Pablo llama “la carne” – es eliminada, como está escrito en Colosenses 2:11: “en El también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Mesías” (LBLA revisada).
Sin embargo, no toda la carne es eliminada en la circuncisión del Mesías porque uno que ha experimentado el nuevo nacimiento en el Mesías sigue teniendo yetser hará (carne), pero el poder dominador de esa naturaleza pecaminosa, ha sido quebrado. Uno que está en el Mesías ya no es esclavo del pecado. Puede dominar sus instintos y sus inclinaciones mucho más poderosamente que uno que no está en el Mesías.
Este hecho es el resultado del pacto renovado en el Mesías, como vemos en Ezequiel 36:26-27: “Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas.” (LBLA) y Jeremías 31:33: “porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días –declara el SEÑOR–. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.” (LBLA).
Si uno dice que la circuncisión de la carne para los que han nacido de madres judías no es necesaria si han experimentado la circuncisión del Mesías, está negando lo establecido en el pacto de la circuncisión entre el Eterno y Avraham y sus descendientes para siempre. No podemos mezclar los diferentes tipos de circuncisión y decir que si tenemos uno no nos hace falta el otro. Eso sería una grave desviación de la verdad y haría del Eterno un infiel y su Nombre sería manchado.
El que no ha nacido de madre judía no tiene la obligación de circuncidarse en la carne de su prepucio. Un gentil que ha experimentado la circuncisión en el Mesías no tiene la obligación de circuncidarse en la carne.
Cuando venga el reino mesiánico, será anulado totalmente el yetser hará, la carne, pero antes de eso tendremos que seguir viviendo en la lucha interna.
Querido discípulo, aprende la lección acerca de la relación entre lo material y lo espiritual. Una cosa no anula la otra y una cosa complementa la otra. Ambos pueden convivir perfectamente y lo deben hacer. De esta manera se crea una unidad entre el mundo inferior y el mundo superior, lo cual es el propósito de la creación.
Que el Eterno te dé de su gracia para siempre poder vivir en los poderes del pacto renovado en el Mesías y tener victoria sobre el pecado,
Shabbat shalom
Ketriel