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Nasó 35-3 Levanta Números 5:1-10 Habla a los hijos de Israel: "El hombre o la mujer que cometa cualquiera de los pecados de la humanidad, actuando pérfidamente contra el SEÑOR, esa persona es culpable; entonces confesará los pecados que ha cometido, y hará completa restitución por el daño causado, añadirá un quinto y lo dará al que él perjudicó. Pero si la persona no tiene pariente a quien se le haga la restitución por el daño, la restitución hecha por el daño debe ir al SEÑOR, para el sacerdote, además del carnero de expiación, con el cual se hace expiación por él. (Núm. 5:7-8 LBLA) ¿Por qué uno tiene que hacer restitución? La restitución es una parte importante de la teshuvá – תשובה – el arrepentimiento. Si no hay restitución del daño hecho a las personas no es un arrepentimiento completo. Si no es posible restituir todo el daño hay que hacer todo lo que esté al alcance de uno para que se haga una restitución completa con el 20 % de aumento, como está escrito en Lucas 19:8-9: “Y Zakai, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he defraudado a alguno, se lo restituiré cuadruplicado. Y Yeshúa le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa, ya que él también es hijo de Avraham.” (LBLA) La salvación había venido a la casa de Zakai y por esto él estaba dispuesto a restituir el daño económico que había hecho contra las personas, incluso más allá de la letra de la Torá. Las evidencias de que la salvación había llegado a su casa fueron que él estaba devolviendo a los que había hurtado engañando. El camino a la salvación pasa por el arrepentimiento. Los siete pasos de un arrepentimiento completo son: · Reconocimiento de pecado. · Sentimiento de pesar. · Confesión abierta, a HaShem y a los hombres. · Petición de perdón, a HaShem y a los hombres. · Determinación de cambio. · Restitución del daño. · Ser fiel en las diez pruebas que HaShem envía para fortalecer al que se arrepiente. Este texto nos enseña que hay tres razones por las cuales hay que hacer restitución. Primero vemos que todo daño hecho contra el prójimo es una ofensa contra el Eterno. El que daña a su prójimo daña al Eterno. Por lo tanto es necesario hacer restitución para reparar el daño que se ha causado al Eterno. Esa es la razón por la que el hombre que haya hecho daño a su prójimo tenga que pagar al sacerdote – que representa al Eterno – en el caso de que la persona dañada haya muerto sin tener familiares. En segundo lugar vemos que la restitución es necesaria para compensar a la persona perjudicada o sus familiares por el daño hecho. En tercer lugar hay que hacer restitución por uno mismo, para tener la certeza interior de que uno ha hecho todo lo que sea posible para reparar el daño hecho. Esto es bueno para la conciencia y es un medio para crear responsabilidad en el hombre. La restitución causa que la persona culpable sea elevada a un nivel de dignidad por mostrar responsabilidad. Este mandamiento también enseña al hombre a no tomar a la ligera las ofensas cometidas contra el prójimo lo cual crea un freno sicológico para que no vuela a cometer el mismo acto o algo semejante. Querido discípulo del Mesías, si no devuelves lo que hayas hurtado y restituyes el daño que hayas causado a otras personas, según las posibilidades que tengas, no hay arrepentimiento verdadero en tu vida y la salvación no te ha alcanzado. No te dejes ser engañado por la idea de que todo ha sido hecho nuevo en el Mesías para no asumir tu responsabilidad de restituir a las personas por el daño que las hayas causado. Kol tuv, Ketriel |