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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Reé 47-3

Observa

Deuteronomio 12:29 – 13:18 (19 heb.)

Si se levanta en medio de ti un profeta o soñador de sueños, y te anuncia una señal o un prodigio, y la señal o el prodigio se cumple, acerca del cual él te había hablado, diciendo: "Vamos en pos de otros dioses (a los cuales no has conocido) y sirvámosles", no darás oído a las palabras de ese profeta o de ese soñador de sueños; porque el SEÑOR tu Dios te está probando para ver si amas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. En pos del SEÑOR vuestro Dios andaréis y a El temeréis; guardaréis sus mandamientos, escucharéis su voz, le serviréis y a El os uniréis.

(Deut. 13:1-4 LBLA)

¿Qué tipo de amor desea el Eterno?

¿Cómo es posible que el Eterno pueda permitir que un profeta se levante en Israel que haga milagros o hable cosas correctas del futuro y al mismo tiempo incite a la idolatría? La Torá nos da la respuesta, para probar el corazón del pueblo a ver si hay amor verdadero.

¿Por qué buscamos al Eterno? ¿Para experimentar lo sobrenatural? ¿Para tener emociones fuertes? ¿Para saber cosas del futuro?

Si nuestra devoción al Eterno está basada en el deseo de satisfacer nuestra curiosidad por lo sobrenatural o para llenarnos de emociones extáticas o para que podamos saber cosas del futuro, entonces estamos siguiendo al Eterno de manera errónea. Ese tipo de seguidores condicionales sólo serán fieles cuando vean y experimenten lo que ellos mismos desean. Para purificar al pueblo de este tipo de motivos, el Eterno podrá permitir que sea probado con profetas falsos que ofrezcan todas estas cosas en nombre de otros dioses.

De esta manera se comprueba quienes verdaderamente son del Eterno, los que le buscan por amor, en las buenas y en las malas, cuando hay milagros y cuando no hay milagros, cuando hay emociones y cuando no hay emociones, cuando se sepa lo que va a pasar y cuando no se sepa. El verdadero amor al Eterno es incondicional. Le amamos porque nos amó primero y nos llamó y hemos decidido serle fieles cuando las cosas van bien y cuando las cosas van mal.

Y aunque se levante alguien ofreciendo lo que nos gustaría tener, no le vamos a seguir sólo por esas cosas sin probar el fondo y la fuente de su oferta. Si alguien te ofrece milagros, profecías y riquezas, no vayas detrás de él por esas cosas. Revisa tu corazón a ver si eres fiel al Único.

Este texto de la Torá no habla de Yeshúa porque sus milagros, señales y profecías no servían para apartar al pueblo del Único, el Padre, sino acercarles a Él. Tampoco servían para crear una nueva religión. Los que usaron el Nombre de Jesús para crear una nueva religión con milagros, señales y profecías vinieron mucho más tarde. Lamentable se confunden el uno con los otros.

No obstante, nuestro Maestro avisó que este tipo de falsos profetas se iban a levantar detrás de él y muchos iban a usar su nombre para hacer milagros y profetizar sin tener corazones obedientes. En Mateo 7:15-23 está escrito acerca de estos falsos profetas: “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?  Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.

“No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD."” (LBLA)

Esto no quiere decir que hacer milagros y señales y profetizar sea algo malo, todo lo contrario, es bueno. Pero lo que la Torá y el Maestro quiere decir es que ni siquiera estas cosas buenas son evidencias de que la persona sea un adorador verdadero que ame al Eterno y cumpla sus mandamientos. Lo que verdaderamente muestra si una persona ama al Eterno es su devoción a la obediencia y la fidelidad, especialmente en los pocos o muchos momentos cuando faltan los elementos sobrenaturales y emocionales.

La última palabra de este texto de la Torá que fue traducida como “os uniréis” es la palabra hebrea tidbekun –תדבקון  cuya raíz significa pegar, adherir.

Pégate al Eterno y no permitas que las chispas carismáticas te lleven a ser desobediente a sus mandamientos. Por los frutos conocerás si un profeta es verdadero o falso. Si el fruto es la obediencia a la Torá y el amor al Único, entonces es un buen fruto. Si el fruto es el engaño, la estafa, el divorcio, la fornicación y el culto a un hombre, entonces no lo sigas.

Kol tuv,

Ketriel