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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Ki Tavó 50-7

Cuando vengas

Deuteronomio 29:2 (1) - 29:9 (8)

Y convocó Moisés a todo Israel y les dijo: Habéis visto todo lo que el SEÑOR hizo delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón, a todos sus siervos y a toda su tierra, las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, aquellas grandes señales y maravillas. Pero hasta el día de hoy el SEÑOR no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.

(Deut. 29:2-4 LBLA)

¿Quién entiende lo que ve?

Aunque los hijos de Israel habían visto tantas maravillas en Egipto y todos los milagros que el Eterno estaba haciendo durante los cuarenta años en el desierto, Moshé dice por revelación profética que todavía no habían entendido bien estas cosas. ¿Qué es lo que no habían entendido? ¿Puede uno ver y experimentar cosas sin realmente entender lo que está pasando?

Expresiones similares a estas encontramos en la boca de nuestro gran Maestro cuando dice: “¿Por qué discutís que no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis el corazón endurecido? TENIENDO OJOS, ¿NO VEIS? Y TENIENDO OIDOS, ¿NO OIS? ¿No recordáis cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Doce. Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Siete. Y les dijo: ¿Aún no entendéis?” (Mar. 8:17b-21 LBLA)

Y en Juan 12:37-41 está escrito: “Pero aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en El, para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: SEÑOR, ¿QUIEN HA CREIDO A NUESTRO ANUNCIO? ¿Y A QUIEN SE HA REVELADO EL BRAZO DEL SEÑOR? Por eso no podían creer, porque Isaías dijo también: EL HA CEGADO SUS OJOS Y ENDURECIDO SU CORAZON, PARA QUE NO VEAN CON LOS OJOS Y ENTIENDAN CON EL CORAZON, Y SE CONVIERTAN Y YO LOS SANE. Esto dijo Isaías porque vio su gloria, y habló de El.” (LBLA)

Estos textos están diciendo que es posible ver grandes milagros y no entender. Lo cierto es que todo el mundo entendía que eran milagros hechos por la mano poderosa del Eterno. Ese no era el punto. Claro que entendían que el Eterno estaba haciendo estos milagros directamente o a través de los hombres. ¿Entonces qué fue lo que no entendían?

Creo que toda esta cuestión tiene que ver con la sensibilidad del corazón de las personas. Cuando el Eterno muestra su poder debe hacer un impacto muy grande y producir algo muy profundo en cada uno de los que los ven. Una persona que tiene un corazón insensible ve pero no es conmovido en su interior de manera profunda ante las maravillas del Eterno. Cuando el Eterno obra entre nosotros espera de nosotros un total rendimiento ante su grandeza y su amor. Lo más lógico es que uno que haya visto milagros tan maravillosos abra su corazón de par en par y se conecte de lleno con la presencia del Eterno. Pero la mayoría de los hijos de Israel no lo habían hecho.

Todos los milagros que habían visto por mano del primer redentor y por mano del segundo Redentor no sólo fueron hechos para enfrentar los poderes del mal y liberar a los oprimidos sino también para crear un pueblo totalmente sumiso y obediente ante un Dios que no sólo puede hacer esas cosas sino que a través de ellas muestra su presencia entre nosotros.

¡El Todopoderoso está entre nosotros y no lo percibimos bien! ¡Ese es el problema!

Cada vez que dudamos de su amor, lo hacemos porque no tenemos un corazón que entiende lo que ha visto. Cada vez que nos quejamos de las circunstancias, lo hacemos porque nuestros ojos no han percibido que el Eterno está con nosotros y nos está conduciendo en este desierto. Cada vez que dudamos de su presencia y ayuda, lo hacemos porque no todavía no hemos recibido oídos para oír bien su palabra.

Que el Eterno, que es bueno, abra nuestros corazones, nuestros ojos y nuestros oídos para ser sensibles y percibir su gloria y su presencia entre nosotros y nunca más dudar de él y de su buena voluntad para con nosotros para que podamos serle fieles y caminar con él siempre.

Shabat shalom,

Ketriel