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Bereshit 1-4 En el principio de Génesis 2:4 –3:21 Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre. Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada. (Gén. 2:22-23 LBLA) ¿Cómo el primer hombre obtuvo tanto conocimiento? Las traducciones de las Escrituras divinamente inspiradas nunca podrán expresar la riqueza del original que vino del cielo. En el texto original hebreo hay un juego de palabras entre hombre y mujer. La palabra hebrea para hombre en este texto es ish – איש, y la forma femenina es ishá – אשה, que se ha traducido como mujer. Sin embargo, en el castellano no se ve la relación gramatical entre hombre, o varón, y mujer. Algunas traducciones han optado por introducir la palabra “varona” como una variante femenina de “varón”. Sin embargo esa palabra no existe en el idioma castellano. Sólo en el hebreo se puede entender por qué Adam dijo: “Esta será llamada ishá porque del ish esta fue tomada”. Ahora, antes de la creación de la mujer, Adam había tenido una tarea muy importante, dar nombres a todos los animales. Originalmente los nombres no servían sólo para diferenciar entre una cosa y otra, sino también para mostrar el carácter y la misión de cada ser vivo. Así que Adam tenía una capacidad súper grande para discernir el carácter y la misión de cada animal. ¿Cómo él podía hacer esto si acababa de ser creado? La respuesta se encuentra en los versículos citados arriba. Primero está escrito que el Eterno Todopoderoso formó una mujer – ishá – y la trajo al hombre. ¿Cómo podía Adam saber lo que el Eterno estaba haciendo cuando él estaba en un sueño profundo (2:21)? Esto nos enseña que aunque el cuerpo estaba dormido, o anestesiado, su alma superior – neshamá – no estaba dormida sino consciente, y podía percibir lo que estaba sucediendo a su alrededor. El primer hombre – Adam harishón – fue creado con esa capacidad espiritual. Su hombre interior superior tenía una capacidad espiritual para escudriñar, percibir y entender todo lo que le rodeaba, incluso lo que había en la mente del Eterno. Lo que el Eterno hacía y decía, Adam lo sabía por revelación. Así fue creado el ser humano. Sin embargo, esa capacidad perceptora fue muy dañada cuando el pecado entró en él por medio del fruto prohibido y el hombre que nosotros conocemos actualmente no tiene más que un minísimo rastro de lo que tenía al principio. Adam sabía por revelación no solamente cómo el Eterno había sacado una de sus costillas y formado una nueva criatura maravillosa, sino también cómo Él la había definido. Cuando Adam la vio le puso el mismo nombre que el Eterno la había dado cuando la formó – ishá .Las Escrituras hebreas tienen por lo menos cinco diferentes términos para el ser humano. Dos de ellos ya los hemos conocido hasta ahora, adam e ish. El término adam tiene que ver con la tierra – adamá. El término ish denota un ser muy alto con realeza y dominio. Los mensajeros celestiales, ángeles, son definidos como ish, e incluso el Eterno mismo se domina con ese término (אישׁ מלחמה Éx. 15:3). Por lo tanto, el Eterno, y luego Adam, ponen un nombre muy considerable sobre la mujer, un nombre de honra que revela su naturaleza y misión, tiene estatus de alteza y realeza con la capacidad de reinar juntamente con su marido. Él es ish – forma masculina – y ella es ishá – forma femenina – y ambos fueron creados para reinar juntos (1:26-28). La palabra ish está relacionada con esh – fuego. El segundo hombre (1 Cor. 15:45,47) fue creado con la misma capacidad espiritual que el primero, sin pecado pero con un cuerpo semejante al cuerpo de pecado del primer Adam en su estado caído. Y de la misma manera como el primer Adam, el segundo Hombre, el Hijo del Hombre, pudo percibir y entender por su espíritu lo que estaba sucediendo a su alrededor. Él ya sabía que el hombre en el árbol se llamaba Zaqueo (Luc. 19:5) y él ya había visto lo que Natanael estaba haciendo debajo de la higuera (Juan 1:48). Y de esa forma él podía reinar en cada circunstancia dirigido por el Espíritu del Eterno. Pero, como los versículos que nos ocupan muestran que el primer hombre no hacía otra cosa que repetir el nombre que el Eterno ya había dado a la mujer, así el Hijo del Hombre no hacía otra cosa que repetir y transmitir lo que el Eterno estaba dando a su espíritu (Juan 5:19). La independencia del alma fue la causa del pecado principal. En la salvación del hombre existe la restauración de la capacidad espiritual para escudriñar, percibir y obtener información de todas las cosas que rodean al hombre. Esta restauración del hombre está a la disposición de todos los que entran en el Mesías por el nuevo nacimiento, como está escrito en 1 Corintios 2:10: “Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.” (LBLA) Querido discípulo del Mesías, esfuérzate para someter tu alma a la percepción espiritual y vive según la información que el Espíritu del Eterno te esté revelando. Así podrás ser restaurado como ser humano y llegar a las alturas de tu primer padre – Adam, y tu segundo padre – el Mesías. Esa es la forma correcta de ejercer dominio sobre las circunstancias. Así fue creado el hombre y así el Eterno quiere que vivamos todos los días y todas las noches. Que el Eterno te llene de Su Espíritu, Ketriel |