Esto nos enseña que el faraón era el responsable de lo que hacía. Tenía el libre albedrío para elegir lo bueno y lo malo, y optó por lo malo. Él mismo había endurecido su corazón. Él mismo había tomado la decisión de no humillarse ante el Eterno. Por eso él fue reprendido por eso. Si el Eterno hubiera producido todo eso en el faraón sin que él mismo hubiese podido elegir, HaShem no hubiera sido justo al acusarle por ello.
Así que el faraón era el responsable de sus decisiones y tenía la libertad para humillarse si hubiera querido. Pero tomó la decisión equivocada y esa fue su ruina.
Cuando el Eterno nos habla, él espera que nos humillemos ante él. Si no nos humillamos ahora, un día nos reprimirá por ello. El espera que cada persona se humille ante él y le obedezca. Para eso fue creado el hombre. Pero por la libertad que tiene cada persona muchos deciden no humillarse, y esa decisión será su eterna ruina.
El resultado de no humillarse ante el Eterno siempre será la humillación y la ruina. El resultado de humillarse ante el Eterno siempre será la exaltación y la salvación.
Ahora, ¡escoge tú mismo!
Shavua tov,
Ketriel