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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


BeShalaj 16-3

Cuando envió

Éxodo 14:15-25

Y el ángel de Dios que había ido delante del campamento de Israel, se apartó, e iba tras ellos; y la columna de nube que había ido delante de ellos, se apartó, y se les puso detrás… Y aconteció que a la vigilia de la mañana, el SEÑOR miró el ejército de los egipcios desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión en el ejército de los egipcios.

(Éx. 14:19, 24 LBLA)

¿Quién estaba en la columna de nube?

En este texto la Torá revela que la columna de nube fue causada por un ángel del Altísimo. En otra ocasión está escrito que el Eterno iba delante de ellos en una columna de nube (13:21). Entonces ¿quién estaba en la columna de nube? ¿El Eterno o su ángel? La respuesta es: ambos.

El Eterno está fuera de esta creación. No es hombre ni ángel ni es parte de la creación. Él es mucho más grande que todo lo creado. Por lo tanto, cuando él se revela en esta creación lo hace mediante diferentes personas u objetos que hasta cierto grado podrán representarle. Cuando él se relaciona con la creación lo hace a través de mediadores. Él mismo no puede moverse, ni subir, ni bajar, ni estar presente en un lugar y ausente en otro lugar de la creación. Él está fuera de la creación. No es parte de este mundo. Ni es parte del mundo de los espíritus. Está fuera de todo, más allá de todo. Pero al mismo tiempo está presente en todo, no siendo parte de las cosas creadas, sino vigilando sobre ellas, manteniéndolas unidas con su palabra, evaluando y dirigiendo todo según su propósito.

De esa manera él podrá manifestar su presencia de manera más concreta y clara en diferentes lugares, tiempos, personas y objetos. Pero esto no significa que él esté limitado a ello, sólo que ha decidido revelarse por estos medios. Todas las cosas creadas revelan algo de su forma de ser, pero nada de lo creado es Él.

Sin embargo, hay emisarios y objetos creados que de una manera especial revelan su presencia e intervienen de manera directa en la historia del mundo en nombre del Invisible. Un ángel es un emisario. Como hemos dicho antes, un emisario representa al emisor, de modo que cuando el emisario actúa en nombre del emisor, es el emisor quien actúa. De esa manera tenemos que entender estos textos.

Así pues, que cuando la Torá dice que el Eterno miró el ejército de los egipcios desde la columna fue el ángel que lo hizo como su representante. El Eterno no necesitaba mirar desde la columna de nube porque su mirada es ilimitada y él es omnipresente. Pero un ángel está limitado y sólo puede estar en un lugar a la vez. El ángel estaba en la nube y así la presencia manifestada del Eterno estaba allí por medio de su representante.

De la misma manera no podemos mezclar un hombre enviado por el Eterno con el Invisible mismo. El Eterno no es hombre ni puede serlo. Pero sí puede revelar algo de su presencia por medio de un hombre, pero no toda, porque él es más grande que el cielo y los cielos de los cielos. Cuando se revela por medio del Mesías lo hace de manera limitada, a pesar de que toda la plenitud de la deidad actualmente habita en él corporalmente. No es lo mismo habitar que ser. HaShem habita en Yeshúa, pero no es Yeshúa. Yeshúa representa al Invisible pero no es el Invisible. Por medio de ver el representante del Invisible se puede “ver” al Invisible. El que ha visto un emisario ha visto al emisor, pero no en toda su gloria. Nadie podrá ver la plena manifestación del Todopoderoso y vivir. Es demasiado grande para nosotros.

          Que el Eterno abra nuestras mentes para entender su grandeza.

          Luz y gloria,

          Ketriel