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El Mana de la Tora por Dr Ketriel Blad


Noaj 2-7

Descanso

Génesis 11:1-32

Así los dispersó el SEÑOR desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad…Tomó Taré a su hijo Abram, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai, su nuera, mujer de su hijo Abram, y salió con ellos de Ur de los caldeos para ir a la tierra de Canaán. Pero cuando llegaron a Harán se quedaron allí. Y fueron los días de Taré doscientos cinco años, y murió Taré en Harán.

(Gén. 11:8, 31-32 RV1995)

¿Por qué algunos proyectos se quedan a medias?   

La ciudad y la torre que edificaron los hombres no fueron agradables delante del Eterno. Con este proyecto maligno se introdujo la astrología en el mundo. Los hombres se habían rebelado contra el Eterno y, en lugar de extenderse y poblar la tierra, según el mandamiento (9:1; 11:4), se unieron para edificar una ciudad enorme. Pero su proyecto fracasó y la ciudad se quedó a medias.

El padre de Avraham, Taré – en hebreo Teraj – ya no quiso vivir en Ur de los caldeos. Decidió salir de allí con algunos de sus familiares y establecerse en la tierra de Kenáan. Pero cuando llegó a Harán, a la mitad de camino, se quedó allí hasta su muerte. Su proyecto fracasó y quedó a medias.

Estos dos eventos nos pueden enseñar algo para que nuestros proyectos no se queden a medias.

En el primer caso el Eterno intervino de una manera sobrenatural y confundió las lenguas para que ya no pudieran hablar en el idioma original, el hebreo antiguo. De esa manera ya no podían seguir edificando. Su proyecto era maligno para el Eterno y por eso Él lo hizo fracasar. El motivo de su proyecto no era solamente llegar al cielo por ellos mismos o vivir en una ciudad grande para no estar esparcidos por el mundo, sino el motivo principal era hacerse un nombre, deseaban obtener fama.

El que desea ser famoso se vuelve desagradable para el Eterno. El que edifica un ministerio para ser grande tiene un corazón torcido. Hay muchísimos hombres y mujeres que desean ser famosos, edificar algo para ser honrados o ser ricos para ellos mismos. Por muy buenas cosas que hagan en sus esfuerzos, nunca serán agradables para el Eterno, porque no están buscando la gloria del que les dio la capacidad para edificar, sino desean la gloria para sí mismos.

Pero cuando el hombre llega a cierto nivel de orgullo, el Eterno interviene para pararlo. ¡Hasta aquí, pero nada más! Ya no te permito seguir con tu proyecto, porque no me estás dando lo que me pertenece, sino que me estás robando la gloria. En lugar de ponerme a mí en el centro tú deseas ser el centro de atención. ¡Basta ya!

 En el segundo caso vemos que un hombre tenía el deseo de mudarse de un lugar a otro, pero nunca llegó. La Torá no nos dice cuál fue el motivo detrás de sus planes. Tampoco nos dice si hubo una intervención sobrenatural para pararle en su camino. El Eterno puede dirigir a los hombres mediante intervenciones sobrenaturales o por medio de las circunstancias naturales. En este caso parece haber sido lo segundo.

Parece ser que el llamado de Avraham influyó de tal manera sobre su padre que también él quiso ir a la tierra que estaba destinada para su hijo y sus descendientes. Pero por algunas razones nunca llegó al destino que se había propuesto y no sabemos bien el por qué. Sólo vemos que el Eterno no le permitió llegar.

 Lo cierto es que Teraj no tenía ningún llamado divino para establecerse en la tierra de Kenáan. Lo tenía sólo su hijo. No era su llamado. Quiso entrar en algo que no le pertenecía.

Esto nos enseña que hay que tener mucho cuidado en imitar los llamados de otros. Si uno se propone hacer algo sólo porque otro lo haya hecho, el motivo no es correcto y es muy probable que se quede a medias con frustraciones e incluso muerte. No te propongas hacer algo con tu vida porque otro lo haya hecho, porque es muy probable que te quedes a medias.

Entonces ¿qué podemos hacer para no quedarnos a medias? ¿Cómo podremos tener éxito en la vida y llegar a las metas propuestas? En el maná de la semana que viene hablaremos de esto.

Shabat shalom,

Ketriel