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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Tetsavé 20-7

Mandarás

Éxodo 30:1-10

Le harás dos argollas de oro debajo de su moldura; los harás en dos de sus lados, en lados opuestos, y servirán de sostén para las varas con las cuales transportarlo.

(Éx. 30:4 LBLA)

¿Por qué el altar fue hecho móvil?

Todos los objetos del tabernáculo fueron hechos móviles. El tabernáculo mismo fue un santuarios preparado con el fin de viajar con los hijos de Israel en el desierto. Esto no es sólo una cosa práctica para el tiempo de tránsito de los hijos de Israel, sino constituye una lección muy importante para nuestras vidas personales.

En este mundo todo se está moviendo. Lo único que no se mueve es el Eterno. Sin embargo él está interactuando en este mundo móvil como si también él se estuviera moviendo (cf. Ez. 18).

Todo cambia a nuestro alrededor y dentro de nosotros desde que nacimos en este mundo. Hay una tendencia en el hombre que va en aumento con los años, la de no querer cambiar. Lo que uno ha aprendido en la vida crea seguridad de alguna manera, y al sentir esa seguridad es fácil pararse y sentirse cómodo. Por eso, todo cambio constituye un desafío para la mente cómoda que se ha acostumbrado a algo. Los cambios requieren nuevos esfuerzos y crean nuevos riesgos de equivocarse. Por eso el hombre cómodo se vuelve enemigo de los cambios. Esto viene del yetser hará – la mala inclinación.

Si nos fijamos en el altar y lo aplicamos a la vida de oración y entrega del justo, podemos destacar el hecho de que como el altar tiene que ser móvil, flexible, nuestra vida de oración y entrega a Eterno tienen que ser ajustadas a toda nueva situación en la que nos encontramos. Como se requería sacrificios de animales en el altar cada día, así cada día requiere una nueva entrega al Eterno.

No podemos vivir delante del Eterno según la relación que tuvimos con él ayer. No podemos vivir nuestra intimidad con él con una esperanza de lo que habrá mañana. Tenemos que entregarnos cada día, no importa cómo nos sintamos, no importa cómo sean las circunstancias. Nuestro altar tiene que ser flexible, móvil, y tiene que moverse con las circunstancias de manera que nuestra entrega sea constante.

Querido discípulo del Mesías, si has dejado tu altar atrás, vuelve allí y levántala de nuevo. Llévalo siempre contigo. No descuides tu entrega diaria al Eterno. Muévete hacia adelante en tu oración y camina con el Eterno hacia la meta que tiene para tu vida.

          Shabat shalom,

          Ketriel