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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Pekudei 23-7

Cuentas de

Éxodo 40:28-38

Porque la nube del SEÑOR estaba de día sobre el tabernáculo, y de noche había fuego allí a la vista de toda la casa de Israel en todas sus jornadas.

 (Éx. 40:38 LBLA)

¿Cuándo se ve mejor la luz?

Cuando Moshé había levantado el tabernáculo la nube lo cubrió y el Eterno lo llenó con su gloria, manifestando así su presencia a los ojos de todo Israel. Esta es una tremenda manifestación del poder del perdón. El pueblo había pecado con el becerro de oro pero, por la intervención de Moshé, recibió el perdón y la renovación del pacto. La presencia visible y manifestada del Eterno confirmaba claramente que el pueblo había sido aceptado de nuevo.       

El libro de Éxodo termina así con la presencia inmediata del Eterno, parecida a la que se veía en el monte Sinái. Ahora el pueblo no necesitaba legar a dónde estaba el Eterno, ahora el Eterno vivía dentro de ellos y caminaba con ellos, o más bien, ellos caminaban con Él. ¡Qué maravilla! ¡Qué gracia poder caminar con el Eterno de esa manera!

El texto hebreo del versículo que hemos destacado revela una pequeña excepción gramatical. En lugar de decir que de noche había fuego, dice que de noche habrá fuego, en tiempo futuro, en los ojos de toda la casa de Israel en todas sus jornadas. Esto alude a los momentos futuros de gran oscuridad en los diferentes exilios del pueblo. La promesa permanece de que durante la noche habrá un fuego que dará luz para que el pueblo pueda saber dónde ir en los momentos más difíciles.

Ese fuego se manifestará otra vez en los momentos de crisis muy oscuros que todavía vendrán sobre las doce tribus de Israel. Pero cuánto más oscuridad haya, con más claridad se verá esa luz. ¿Y esa luz qué será? ¿O quién será? El que es sabio lo sabe. En el momento más crítico de la historia de Israel será revelada.

          ¡Bendito sea el Eterno por sus promesas y sus planes!

          Shabat shalom,

          Ketriel