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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


VaYikrá 24-4

Y llamó

Levítico 3:1-16

Y los hijos de Aarón lo quemarán en el altar, sobre el holocausto que está sobre la leña en el fuego; es una ofrenda encendida de aroma agradable para el SEÑOR.

(Lev. 3:5 LBLA)

¿Por qué las ofrendas de paz tienen que ser ofrecidas sobre el holocausto?

Sólo una parte del sacrificio de paz fue entregada al templo. El resto fue comido en algún lugar del atrio o dentro de las murallas de Yerushalayim. Mediante este sacrificio se podía disfrutar juntamente con HaShem, comiendo con la familia y los amigos. Esta comida constituye una manera de disfrutar de la íntima relación con HaShem.

La palabra hebrea que ha sido traducida como “sobre” es al על. Normalmente significa “sobre” pero también puede significar “además”, como en Levítico 2:2. Según Rashí, en este caso hay que entenderlo como “aparte de”. Esto significa que las partes separadas del animal del sacrificio de paz son quemadas sobre el altar después de la ofrenda de ascensión (holocausto) continua.

Esto nos enseña que no puede haber un verdadero disfrute de la comunión con HaShem, sin antes haberse entregado totalmente.

También nos enseña que la muerte del Mesías Yeshúa es la base sobre la cual podemos tener comunión con HaShem y disfrutar ante su presencia.

El mensaje que se da cuando se ofrece el holocausto es: Toda mi vida es para ti.

El mensaje que se da cuando se ofrece la oblación es: Te sirvo con toda mi vida.

El mensaje que se da cuando se ofrece la ofrenda de paz es: Tú eres mi alegría y mi disfrute. Quiero estar contigo junto con mi familia y mis amigos, pasar tiempo en tu presencia, alabándote y recibir tus bendiciones.

Querido discípulo, cuídate de los disfrutes del mundo. Apártate de la música mundana. Revisa también tus motivos en cuanto a canciones espirituales. Si las cantas o escuchas sólo para disfrutar tú, tienes las prioridades incorrectas. Todo disfrute en este mundo debe ser purificado y revisado antes de ser legítimo ante el Eterno. Primero el Eterno y luego nosotros. Si el Eterno no puede disfrutar de lo que haces, tampoco tienes el derecho de disfrutar de ello. Si no puedes disfrutar de algo junto con el Eterno, mejor no hacerlo.

Todo lo que hacemos debe ser para el Eterno como está escrito en Colosenses 3:17 y 23: “Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Yeshúa, dando gracias por medio de El a Dios el Padre… Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” (LBLA revisada)

          Ketriel