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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


VaYikrá 24-6

Y llamó

Levítico 4:27 – 5:10

Así hará el sacerdote expiación por él y será perdonado…Así hará el sacerdote expiación por él, por el pecado que ha cometido, y será perdonado…Así el sacerdote hará expiación por él, por el pecado que ha cometido, y le será perdonado. 

(Lev. 4:31b, 35b; 5:10b  LBLA)

¿Podrá el pecado recibir perdón?

El pecado es el quebrantamiento de un mandamiento. Si el Eterno ordena no hacer algo y el hombre lo hace, entonces comete un pecado y ese pecado atrae la ira justa del Altísimo que a su vez produce consecuencias graves. Pero al mismo tiempo el Eterno en su gran misericordia da al hombre la posibilidad de arrepentirse de su pecado y buscar la reconciliación con Él para que no le vengan todas las consecuencias negativas de su pecado.

En el culto del santuario terrenal el Eterno instituyó un sistema de expiación y perdón de pecados para su pueblo, para que él pudiera seguir viviendo con ellos a pesar de sus errores y rebeldías. El pecado tiene que ser tratado de una u otra manera. Si el pecador no se arrepiente de su pecado tendrá que sufrir todas las consecuencias de él. Pero si se arrepiente, el Eterno se vuelve de su ira y perdona al pecador.

Sin embargo, como el pecado tiene que ser tratado de alguna u otra manera surgió el sistema del sacrificio como medio de expiación por el pecado. El pecado tiene que ser pagado y para que el hombre no tenga que pagar con su vida por su pecado podía sacrificar un animal en su lugar. Un animal inocente tenía que morir para satisfacer la justicia divina y de esa manera el pecador podía ser perdonado.

Esto nos enseña que el pecado en sí no tiene perdón, es el pecador, el hombre, que es perdonado, no el pecado. El pecado es algo terrible que tiene consecuencias mortales para hombres y animales. El pecado no puede ser perdonado jamás, sólo el hombre. Cuando el hombre es perdonado, el pecado pasa al animal y el animal muere en lugar del hombre. Así vemos que el pecado no es perdonado, pero sí el hombre, como está escrito “y le será perdonado.”

Los sacrificios dentro del tabernáculo y templo terrenales servían para que la presencia del Eterno pudiera estar en medio del pueblo. Sin esos sacrificios el Eterno no podía morar entre su pueblo en la tierra.

No obstante, en el templo celestial no pueden ser ofrecidos animales por la culpa del pueblo. Allí hacía falta un sacrificio mayor para que el hombre pudiera entrar en las esferas celestiales y acercarse al Eterno en espíritu. Ese sacrificio fue ofrecido una vez para siempre cuando el Justo se ofreció a sí mismo como sacrificio por los pecados de Israel y el mundo. Su sangre fue llevada hasta el lugar santísimo en el tabernáculo celestial y de esa manera hay perdón eterno para todos lo que se arrepienten de sus pecados y acceso al trono de gracia en el cielo

La muerte expiatoria de Yeshúa es la base segura y eterna para que el pecador arrepentido pueda acercarse al Eterno.

Tres veces está escrito en el texto de hoy que el hombre arrepentido es perdonado. El Eterno no sólo es un Perdonador, se deleita en la misericordia, como está escrito en Miqueas 7:18-19: “¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, hollará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos nuestros pecados.” (LBLA)

¡Bendito sea el Eterno por su perdón en el Mesías Yeshúa, el sacrificio perfecto y eterno!

          Ketriel