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Tazría 27-2 (Ella) concebirá Levítico 13:6-17 y el sacerdote lo mirará, y he aquí, si la infección se ha vuelto blanca, el sacerdote declarará limpio al que tenía la infección; limpio es. (Lev. 13:17 LBLA) ¿Quién manda, el cielo o la tierra? El sacerdote recibió del cielo la autorización para declarar impuro o limpio una persona que tenía la plaga de tsaráat, traducido como lepra. Aunque la Torá muestra todos los detalles para determinar si una persona había sido afectada por esa plaga o no, sólo el sacerdote tenía la autorización para declararla ritualmente limpia o impura. Cuando uno era declarado limpio tenía el derecho de entrar en el campamento y el tabernáculo, y cuando era declarado impuro no podía ni siquiera entrar en el campamento. Esto nos enseña que el Cielo ha delegado a las autoridades terrenales el derecho de decidir cómo aplicar las instrucciones de la Torá en casos concretos. Este texto nos enseña que el hombre que cumplía las condiciones de la Torá para ser limpio no era oficialmente limpio hasta que el sacerdote lo declarara limpio. Supongamos que hay un caso cuando el sacerdote se equivoque y declare ritualmente impuro uno que según las indicaciones de la Torá debería ser declarado ritualmente puro. ¿Tendría el derecho de vivir en el campamento y entrar en el templo? No, la declaración del sacerdote en este caso tiene más peso y las descripciones de la Torá sobre tsaráat no le autorizan a actuar por su propia cuenta y vivir como ritualmente puro sin la declaración del sacerdote. Esto concuerda con el principio que dice que lo que los líderes autorizados aten (prohíban) en la tierra, será atado (prohibido) en el cielo y lo que los líderes autorizados desaten (permitan) en la tierra, será desatado (permitido) en el cielo (Mat. 16:19; 18:18). Este es el principio del derecho de dictar leyes prácticas a base de las instrucciones de la Torá, entregado a los líderes autorizados. Si pasamos el mismo principio a la declaración de las lunas nuevas y las fiestas del Eterno entendemos que los rabinos reconocidos en del pueblo judío tienen la facultad de proclamar cuándo hay que celebrar esos días, como está escrito en Levítico 23:2: “Habla a los hijos de Israel y diles: "Las fiestas señaladas del SEÑOR, que vosotros habréis de proclamar como santas convocaciones, son éstas:” (LBLA) ¿Quiénes son “vosotros” en este texto? No son todos los judíos, sino los líderes autorizados para dirigir el pueblo. Ellos tienen la obligación de ponerse de acuerdo y el derecho de decidir cuándo hay que celebrar las lunas nuevas y las fiestas del Eterno. Lo que ellos declaren será respetado en el cielo porque el cielo ha delegado esa autoridad a los líderes de su pueblo. Si cada uno hiciese lo que bien le pareciera, el pueblo no se reuniría en las mismas fechas y se crearía un desorden desastroso. Los que no respetan las autoridades establecidas en este punto crean división y confusión en el pueblo. Shauva tov, Ketriel |