¿Cómo resolver una aparente contradicción?
Noaj ya sabía cuál era la diferencia entre animales puros e impuros desde el punto de vista ritual. Luego el Eterno dio la Torá escrita a los hijos de Israel donde explica en detalle cómo podrán hacer la distinción entre ellos. Los principios de la Torá son permanentes y no pueden cambiar de una época a otra.
Yeshúa no pudo haber declarado limpios todos los alimentos, como muchas traducciones cristianas erróneamente han escrito en Marcos 7:19, donde ni el texto arameo ni el griego tienen la palabra “declaraba”, es una añadidura de los traductores. Allí se habla de la purificación física de los alimentos hecha por los intestinos. Por medio de la función natural del cuerpo toda comida es limpiada de elementos que el cuerpo no necesita. Si Yeshúa hubiera declarado ritualmente limpio algo que el Eterno había declarado ritualmente impuro, no calificaría para ser Mesías, porque el Mesías no podrá contradecir la Torá escrita. Si la Torá de Moshé es la regla con la cual se puede medir si el que pretende ser Mesías es verdadero o falso ¿cómo podría él entonces cambiar alguna cosa establecida en la Torá escrita? Es imposible que Yeshúa haya declarado limpios todos los alimentos incluyendo los animales impuros (cf. Mat 5:17-19).
La visión que tuvo Pedro tres veces en la azotea no habla de animales sino de hombres. El Eterno le mostró así que no podía llamar a ningún hombre profano o impuro (Hech. 10:28). Esa visión tampoco puede ser una base para cambiar las normas de la Torá escrita por Moshé.
En 1 Timoteo 4:1-5 está escrito: “Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia; prohibiendo casarse y mandando abstenerse de alimentos que Dios ha creado para que con acción de gracias participen de ellos los que creen y que han conocido la verdad. Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración.” (LBLA)
Si Pablo hubiera dicho que para un judío está permitido comer animales que la Torá ha declarado impuros y abominables, sería un falso profeta. La Torá es la regla que muestra quién es un falso profeta. Uno que hace que el pueblo se aparte de la Torá de Moshé es un falso profeta. Por lo tanto si creemos que Pablo era un profeta de Aquel que dictó la Torá eterna a Moshé, no podía permitir algo que la Torá prohíbe. Entonces hay que procurar entender sus escritos con la Torá en la mente.
Los alimentos que el Eterno ha creado para que los que los coman puedan alabarle, no podrían ser de los animales impuros para los de la circuncisión porque para ellos sería imposible alabar al Eterno en el momento de ser desobediente a los mandamientos. Es como si dijeran: “Bendito sea el Eterno porque he podido asesinar, robar o cometer adulterio”. ¡Es absurdo! El judío no podría jamás dar gracias al comer algo impuro o abominable.
Una explicación podría ser que los animales impuros y abominables no fueron creados para ser alimentos para los hombres, y los que conocen la verdad, que es la Torá, sólo podrían alabar al Eterno al comer animales puros. En tal caso se limitaría la permisión general dada a los descendientes de Noaj de comer de todos los animales, a significar sólo animales limpios (Gén. 9:3).
Otra explicación sería que este texto no habla a los judíos, sino sólo a los no judíos creyentes en el Mesías. Ellos podrán comer de todo y podrán dar gracias al Eterno por todos los alimentos, incluso los animales que la Torá prohíbe para los hijos de la circuncisión. La Palabra que se tendría que utilizar en tal caso para la santificación de los animales impuros sería la permisión que se dio a Noaj y su descendencia en Génesis 9, no la que se dio a los hijos de la circuncisión en Levítico 11.
Una tercera explicación podría ser una síntesis de las dos primeras. Tanto para judíos como para no judíos hay comidas permitidas según la Torá, donde los judíos tienen reglas más estrictas que los no judíos. Pablo contradice los que prohíben a ambos grupos a comer lo que la Torá los permite.
El texto más difícil se encuentra en Romanos 14 donde está escrito en los versículos 14 y 20: “Yo sé, y estoy convencido en el Señor Yeshúa, de que nada es inmundo en sí mismo; pero para el que estima que algo es inmundo, para él lo es… No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En realidad, todas las cosas son limpias, pero son malas para el hombre que escandaliza a otro al comer.” (LBLA revisada)
Teniendo en cuenta que Pablo no podrá contradecir la Torá, queda descalificada la idea de que a partir de la venida del Mesías todas las carnes son permitidas y ya no es válida la clasificación que hace la Torá de animales puros e impuros.
El pecado es quebrantar la Torá de Moshé y ni Yeshúa ni Pedro ni Pablo eran siervos del pecado. Así que lo que enseña la Torá sigue vigente hasta que pasen los cielos y la tierra.
¿Entonces cómo puede Pablo enseñar que nada es ritualmente impuro en sí mismo y que todas las cosas en realidad son ritualmente limpias cuando la Torá dice lo contrario?
Creo haber encontrado una respuesta en el versículo que aparece en la cabecera. El texto hebreo dice literalmente al final: “que aparté para vosotros para (hacer) impuro” – asher hivdalti lajem letame -אשר הבדלתי לכם לטמא . Como el metsorá (“leproso”) no era impuro hasta una declaración del sacerdote, así es en este caso también, es el pueblo de Israel que hace que ciertos animales son impuros para ellos, según lo que la Torá dicta. La Torá fue dada a los hijos de Israel para poder saber decidir si un animal es puro o impuro. Por eso está escrito: “Será inmundo para vosotros.” (Lev. 11:4 etc).
Esta sería una explicación a las palabras de Pablo. Todo es limpio en sí, pero por la Torá el pueblo de Israel tiene la autoridad de declarar impuros ciertos animales, y por lo tanto para ellos son impuros, pero no para otros.
La impureza ritual de ciertos animales está relacionada con la santificación, no con la creación en sí. Los animales no fueron creados impuros al principio, sino ciertos animales fueron luego separados de otros para crear santidad.
Lo mismo pasó con los días de la semana. Todos los días fueron creados iguales desde el principio, pero por una declaración de separación hecha por el Creador, el shabat fue santificado, separado. La santificación de ciertos tiempos, animales y grupos de personas no son desde la creación, sino desde una declaración de separación, santificación.
Ahora, cuando ciertos animales han sido declarados impuros por los hijos de Israel, lo son para ellos, pero no necesariamente para los otros que no son hijos de Israel.
Así es como entiendo la enseñanza de Pablo y de esta manera me cuadran todos los textos desde Génesis hasta Revelación.
Shabat shalom,
Ketriel