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Emor 31-2 Di Levítico 21:16 – 22:16 Habla a Aarón y dile: "Ningún hombre de tu descendencia, por todas sus generaciones, que tenga algún defecto se acercará para ofrecer el alimento de su Dios. (Lev. 21:17 LBLA) ¿Por qué el sacerdote no podía tener ningún defecto físico? El Eterno exigió que los cuerpos de los sacerdotes fueran sin defecto para poder ministrar en el tabernáculo para que lo terrenal fuera una proyección más fiel a lo celestial. Esto nos enseña que en el cielo hay un servicio perfecto, donde los que sirven están creados a la imagen de un hombre perfecto celestial (Ef. 4:24; Col. 3:10). Hay dos tipos de hombres, el hombre terrenal y el hombre celestial. Como era el primer hombre terrenal así son sus descendientes, y como es el hombre celestial así son sus descendientes (1 Cor. 15:47-49). La descendencia terrenal se obtiene por el nacimiento físico, la descendencia del hombre celestial es el resultado de un nuevo nacimiento espiritual en los hombres físicos. El hombre celestial fue diseñado antes de la creación y el primer hombre terrenal fue creado a esa imagen (Gén. 1:27; Rom. 5:14). Aunque el hombre celestial había sido diseñado desde la eternidad, no fue manifestado hasta nacer de forma natural en este mundo, cuatro mil años después del primer hombre, hace unos dos mil años (Juan 6:38, 41). El hombre celestial estaba escondido durante cuatro mil años, fue revelado a los hombres por algo más de treinta años (1 Juan 1:1-3), y luego fue escondido otra vez en el cielo, pero esta vez como hombre terrenal glorificado. En su manifestación terrenal el hombre celestial obtuvo un cuerpo físico, el cual murió y fue resucitado y luego vestido de inmortalidad y de una gloria que es el resplandor del Invisible. Esa gloria existía desde la eternidad y fue la que vio Isaías según el capítulo 6 (cf. Juan 12:39-41; 17:5). La palabra hebrea para crear – bará, ברא – muchas veces ha sido entendida como hacer de la nada – ex nihilo (lat.). Pero las Escrituras muestran que esa no es la mejor forma de entender esa palabra (Heb. 11:3). La raíz de bará está relacionada con cortar, separar, extraer de algo preexistente. Esto nos enseña que en el acto de la creación narrado en Génesis el Eterno extraía las cosas de este mundo de lo que preexistía dentro de Él y lo separó de sí mismo en el sentido de que ahora estaban fuera de él. Por esa razón hay un hombre celestial que es la imagen perfecta del Creador y un hombre perfecto. Ese hombre es el que ahora está sirviendo en el tabernáculo celestial en el culto perfecto según el orden de Malki-Tsedek. El texto que hemos destacado de la Torá indica de manera profética que el Sumo Sacerdote celestial tenía que ser sin defecto y perfeccionado (Heb. 5:9; 7:26, 28) y que sus hijos, sus discípulos, iban a ser perfectos en él (Col. 2:10), según la vida de resurrección que tendrían en el futuro y que después de la resurrección de Yeshúa ya han recibido en parte (Heb. 11:40; 12:23). ¡Bendito sea el Eterno por el culto celestial perfecto! Ketriel |