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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Shelaj Lejá 37-5

Envía para ti

Números 15:8-16

Una sola ley habrá, una sola ordenanza, para vosotros y para el extranjero que reside con vosotros. 

(Núm. 15:16 LBLA)

¿Para quién es la Torá?

El extranjero mencionado en este texto es el que vive con la comunidad de Israel y voluntariamente ha abrazado el pacto de la circuncisión y se ha sometido a las autoridades religiosas de Israel. Este tipo de extranjero es también llamado prosélito o converso.

Mientras que un extranjero que reside entre los judíos no entre en el pacto de la circuncisión no tiene la misma Torá que el judío, según vemos en Éxodo 12:48-49 donde está escrito: “Pero si un extranjero reside con vosotros y celebra la Pascua al SEÑOR, que sea circuncidado todo varón de su casa, y entonces que se acerque para celebrarla, pues será como un nativo del país; pero ninguna persona incircuncisa comerá de ella. La misma ley se aplicará tanto al nativo como al extranjero que habite entre vosotros.” (LBLA) Y en Números 9:14 está escrito: “Y si un forastero reside entre vosotros y celebra la Pascua al SEÑOR, conforme al estatuto de la Pascua y conforme a su ordenanza lo hará; tendréis un solo estatuto, tanto para el forastero como para el nativo de la tierra.” (LBLA)

Sólo cuando un extranjero quiere comer de la pascua – lo cual implica vivir como judío en todos los aspectos – tendrá que circuncidarse con toda su familia. Si no desea comer la pascua no tiene la obligación de circuncidarse y así la misma ley no aplica sobre él. En tal caso no cometería un pecado mortal al no comer la pascua, como los que están en el pacto de la circuncisión (Núm. 9:13).

El extranjero que reside entre los judíos y que no se circuncida no es parte del pueblo de Israel terrenal, según vemos en Deuteronomio 14:21a donde está escrito: “No comas nada que encuentres ya muerto. Podrás dárselo al extranjero que viva en cualquiera de tus ciudades; él sí podrá comérselo, o vendérselo a un forastero. Pero tú eres un pueblo consagrado al SEÑOR tu Dios.” (NVI).

Ahora bien, hay un pueblo del Eterno celestial, la congregación del Mesías, donde son registrados los judíos que han nacido del Espíritu y experimentado la circuncisión del corazón, y todos los justos de entre las naciones que han experimentado la misma circuncisión del corazón, la circuncisión del Mesías. Ese pueblo es un pueblo celestial, es el templo del Eterno celestial, es la ciudad celestial y es el olivo celestial donde se hace el injerto espiritual.

La piedra fundamental que rechazaron los constructores en la tierra fue escogida por el cielo y puesta como piedra principal en el edificio celestial. La raíz del olivo, la raíz de David, está en el cielo y allí hay unidad entre el judío espiritual y el redimido de las naciones. La unidad entre los dos está en el Mesías en el cielo. En la tierra hay diferencia entre judío y noedita, hombre y mujer, esclavo y libre, pero no en el Mesías que está en el cielo, como está escrito en Gálatas 3:28: “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en el Mesías Yeshúa.” (LBLA revisada)

En el cielo hay sólo un pueblo, allí todos son hijos del Todopoderoso, pero en la tierra hay dos tipos de pueblo, hijos de Israel e hijo de Noaj.

De esta manera existen en total sólo tres categorías de pueblos, dos en la tierra y uno en el cielo: judíos y gentiles en la tierra y la congregación del Todopoderoso en el cielo, como está escrito en 1 Corintios 10:32: “No seáis motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios” (LBLA)

La Torá no está en el cielo sino en la tierra, y fue dada al pueblo judío. Toda la Torá no es para los dos pueblos judíos y noeditas, porque en tal caso todos los noeditas tendrían que entrar en el pacto de la circuncisión y hacerse judíos. Si esto sucediera no habría ya más naciones, sólo una nación. Pero el plan del Eterno es que hayan muchas naciones en la tierra y una nación sacerdotal entre ellas y para ellas.

Por eso no se puede hablar de un pueblo y una Torá en la tierra. Esa regla sólo se aplica para los de la circuncisión. Los 613 mandamientos de la Torá no fueron dados a los de la incircuncisión.

Que el Eterno nos ayude a entender esto bien para que haya armonía y paz entre los dos.

Bendiciones,

Ketriel