Nuestro padre Avraham había tenido una magnífica visita divina con tres ángeles. Uno de ellos llevaba el mismo Nombre del Eterno porqué él representaba al Eterno más que los otros dos. Cuando los tres se levantaron para irse, Avraham iba con ellos para despedirlos, lo cual es un gesto muy bonito para honrar a los invitados y no puede faltar en un hombre que camina con el Eterno.
En el camino el ángel principal habla para sí con voz alta y revela lo que hay en el corazón del Eterno que estaba en el cielo. Sus palabras revelan una realidad muy grande en cuanto a una verdadera amistad. Avraham era el amigo del Eterno (2 Ch. 20:7; Isa. 41:8; Jacobo 2:23). La intimidad que había entre ambos obligó en esta ocasión al Eterno revelar lo que había en su corazón y cuáles eran sus planes para las ciudades de la llanura. En Amós 3:7 está escrito: “Ciertamente el Señor DIOS no hace nada sin revelar su secreto a sus siervos los profetas.” (LBLA) Es cierto que Avraham fue profeta (Gén. 20:7), pero la relación que tuvo con el Eterno iba más allá de una relación de profeta, era una verdadera amistad.
Una verdadera amistad implica ser totalmente transparente el uno al otro. Una verdadera amistad te hace vulnerable porque abres lo más íntimo de tu ser y revelas lo más sensible confiando en que el otro no lo vaya a usar para dañarte directa o indirectamente. Una verdadera amistad permite una corrección sincera y respetuosa. Una verdadera amistad te obliga a contar al otro lo que te pasa, lo que sientes y lo que piensas. En una verdadera amistad se conoce lo que hay en lo más íntimo.
La amistad que hubo entre el Eterno y nuestro padre obligó al Eterno contar lo que pensaba hacer con Sedom, en parte porque Lot se encontraba allí. La amistad que Avraham gozaba le permitió desafiar al Eterno para que no destruyera las ciudades malignas.
En Gálatas 4:9a está escrito: “Pero ahora que conocéis a Dios, o más bien, que sois conocidos por Dios”. (LBLA) No es lo mismo conocer al Eterno que ser conocido por él. Muchos desean conocer al Eterno, pero pocos se dejan ser conocidos por Él. Ser conocido por Él implica abrirse totalmente y dejar que Él revise todas las áreas de tu vida. Ser conocido por Él implica estar dispuesto a ser corregido y cambiar conductas, maneras de hablar y actitudes internas que no son agradables para Él.
Amado discípulo del Mesías, ábrete totalmente para que el Eterno te penetre con su Espíritu y revele todas las cosas en tu interior que necesitan ser cambiadas. Permite que Él tome el control de tu alma. Suelta las riendas de tu vida y déjalas en Sus manos. Permite que Él haga lo que le plazca de tu ser. No resistas Sus correcciones. Pídele ayuda para poder experimentar un verdadero cambio en aquellas áreas que sabes que no le son agradables. Cuéntale todo lo que te pasa. Abre tu corazón y profundiza en la relación íntima con Él.
Dejémonos ser conocidos por el Eterno, nuestro Padre celestial, para que también podamos ser considerados sus amigos.
Te deseo toda bendición en tu relación íntima con el Padre y con su Hijo Yeshúa HaMashíaj,
Ketriel