Cuando los dos ángeles vinieron a Sedom para salvar a Lot y su familia, todos los varones de la ciudad querían abusar de ellos sexualmente. Lot rehusó y les ofreció sus dos hijas vírgenes en lugar de sus huéspedes.
De esto podemos aprender dos cosas; primero, para Lot era muy importante tratar bien a los huéspedes, darles cobijo, comida y seguridad en todo sentido. Esta era una cualidad muy positiva en él.
Lo segundo que aprendemos es que el concepto moral de Lot era muy bajo. ¿Cómo es posible que este hombre justo estuviera dispuesto a entregar a sus dos hijas vírgenes a estas bestias que no tenían ningún sentido de moral sexual? El sexo libre y la homosexualidad es el resultado de haber apostatado del Creador y sus mandamientos. La homosexualidad se encuentra en es el nivel más bajo de la escala de depravaciones en el camino de la apostasía y perdición (ver Rom. 1:18-32).
Según el contexto (v.12) parece que Lot tenía más hijos e hijas que ya se habían casado con mujeres y hombres de Sedom. Ahora le quedaban solamente dos hijas en casa (v.15) y a él no le importaba tanto que ellas fueran denigradas en sus cuerpos y almas por el sexo libre. ¿De dónde venían esos valores? No venían de Avraham avinu, que vivía en una moral muy alta.
El texto hebreo nos muestra que los hombres dijeron que Lot había venido sólo a Sedom – entiéndase soltero, puesto que tenía muchos siervos y siervas. Lo que se tradujo en 19:9 como “Este vino como extranjero” dice literalmente: “Este uno vino a vivir” – haejad ba lagur האחד בא לגור – lo que nos enseña Lot había tomado una mujer de Sedom. Ella era descendiente de Kenáan – que trató tan perversamente a Noach cuando se había emborrachado y por lo tanto fue maldecido. La depravación de las mentes de los descendientes de Kenáan causó su entrega a toda clase de inmoralidades, especialmente la sexual.
Avraham se cuidaba muchísimo de no entremezclar su simiente con los descendientes de Kenáan por la baja moral que tenían (24:3), pero Lot no tenía esa fuerza interior para decir no a los valores del mundo que le rodeaba. Esto le hizo ceder poco a poco ante las presiones de su esposa y los demás conciudadanos de Sedom. Era cierto que su alma justa sufría por causa del pecado de los hijos de Kenáan, como está escrito en 2 Pedro 2:7-8: “si rescató al justo Lot, abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos (porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por sus hechos inicuos)”. (LBLA) Pero él no tenía fuerza espiritual para dirigir a sus hijos por el camino de la moral alta, como lo tenía Avraham avinu (18:19). Esa era una de las razones por las que Avraham tenía que apartarse de Lot.
El Eterno tenía misericordia de Lot y le salvó de la destrucción, pero perdió la mayoría de su familia y su esposa se convirtió en una estatua de sal por haberse vuelto atrás – posiblemente por su instinto materno, pensando en sus hijos que se quedaban y por su amor al mundo en el que había vivido. Lot perdió también todos sus bienes y todo lo que le quedaba fueron dos hijas solteras, hijas de Sedom, cuya moral no era mejor que el resto de los descendientes de Kenáan.
Avraham rehusó dirigirse por los valores del mundo que le rodeaba, y por eso fue escogido y bendecido. Su fuerza moral sigue bendiciendo al mundo entero hoy. Pero Lot cedió ante la moral baja y perdió prácticamente todo. Sin embargo el Eterno tuvo misericordia de él y le salvó con sus hijas, porque tenía un plan maravilloso para el futuro de ellas. En el maná de mañana hablaremos de esto.
Rechacemos la conducta de Lot y sigamos el ejemplo de nuestro padre Avraham, rehusando manchar nuestras almas con el pecado del mundo que nos rodea. Mandemos a nuestros hijos y nietos a guardar el camino del Eterno, haciendo justicia y juicio para que ellos puedan seguir dentro de la línea de bendición dada desde el cielo, no solamente a los que son descendientes físicos de Avraham, sino también a los que siguen su fe, porque todos los que son del Mesías son simiente de Avraham y herederos según la promesa (Rom. 4:9-13; Gál. 3:29).
Jazak uvaruj – sé fuerte y bendecido,