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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Devarim 44-5

Palabras/cosas

Deuteronomio 2:2-2:30

Pues el SEÑOR tu Dios te ha bendecido en todo lo que has hecho; El ha conocido tu peregrinar a través de este inmenso desierto. Por cuarenta años el SEÑOR tu Dios ha estado contigo; nada te ha faltado…Y el tiempo que nos llevó para venir de Cades-barnea, hasta que cruzamos el torrente de Zered, fue de treinta y ocho años; hasta que pereció toda la generación de los hombres de guerra de en medio del campamento, como el SEÑOR les había jurado. Además, la mano del SEÑOR fue contra ellos, para destruirlos de en medio del campamento, hasta que todos perecieron. 

(Deut. 2:7, 14-15 LBLA)

¿Fueron los cuarenta años un tiempo perdido?

Los hijos de Israel no estaban preparados para entrar en la tierra prometida cuando habían salido de Egipto. En primer lugar necesitaban recibir la Torá para poder formar un pueblo fuerte en la nueva tierra. La fortaleza de los hijos de Israel viene de su obediencia a los mandamientos y la presencia divina.

El daño que Egipto había hecho a las almas de los esclavos no había podido ser reparado porque el pueblo no se humilló suficientemente ante el Eterno. A pesar de su amor, entrega, alabanza, generosidad y disposición para obedecer cuando las cosas iban bien no estaban preparados para enfrentar la nueva situación que la conquista y la vida en tierra prometida significaría.

En los momentos de crisis se manifestó la rebeldía. El pueblo no podía vencer sobre su yetser hará y por eso no hubieran podido vencer ni sobre los gigantes que estaban en la tierra prometida, ni sobre los enemigos que los iban a atacar desde fuera más adelante.

Los cuarenta años sirvieron para purificar el pueblo. La generación de los rebeldes tenía que ir muriendo poco a poco. Ni uno de los rebeldes podía entrar en la tierra. Los cuarenta años fueron años de preparación y de purificación.

El Eterno cuidó a su pueblo durante ese tiempo. Les dio pan del cielo y agua de la roca. Les protegía la ropa y las sandalias de sus pies para que no se rompieran. Les daba sombra durante el día y calor durante la noche. Nada les faltaba para sobrevivir y estar más o menos bien. Además había bendecido todo lo que habían hecho durante ese tiempo de preparación.

Los 40 años eran muy importante para forjar una generación fuerte, libre de quejas y de rebeldía, libre de incredulidad y de peleas internas; una generación lista para levantarse como un solo hombre para conquistar la tierra de la promesa y ejecutar la venganza del Eterno sobre sus enemigos; una generación dispuesta a ser fiel no sólo en los momentos fáciles, sino especialemente en las adversidades. Ese tipo de personas no se forman en un año ni en dos. HaShem necesitaba los 40 años para ello y ese tiempo no fue en vano.

No te desanimes con la espera del cumplimiento de las promesas. El tiempo en el desierto sirve para revelarnos cómo reaccionamos ante las dificultades con el fin de descubrir la rebeldía y eliminarla. HaShem no nos va a permitir entrar en el cumplimiento de nuestro llamado hasta que haya muerto toda la rebeldía y para eso hace falta tiempo. Los cuarenta años eran largos para el pueblo, pero necesarios para producir ese resultado hermosísimo.

Bendiciones,

Ketriel