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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad


Ekev 46-2

Consecuencia

Deuteronomio 8:12 – 9:3

El te condujo a través del inmenso y terrible desierto, con sus serpientes abrasadoras y escorpiones, tierra sedienta donde no había agua; El sacó para ti agua de la roca de pedernal. En el desierto te alimentó con el maná que tus padres no habían conocido, para humillarte y probarte, y para finalmente hacerte bien. No sea que digas en tu corazón: "Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza." Mas acuérdate del SEÑOR tu Dios, porque El es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día. 

(Deut. 8:15-18 LBLA)

¿Por qué el Eterno desea humillarnos?

El Eterno desea bendecir a sus hijos con muchas riquezas materiales, pero por causa de la tendencia pecaminosa del hombre es muy fácil que se olviden del Eterno cuando sus riquezas se multipliquen. Moshé advierte sobre este peligro diciendo que tengan mucho cuidado de no olvidar al Eterno en el momento de tener muchas riquezas materiales.

Esto es uno de los remedios contra esta desviación pecaminosa, acordarse del Eterno haciendo caso a lo que la Torá dice al respecto. El que pone esta palabra de la Torá en su corazón se cuida para no olvidar al Eterno a la hora de obtener riquezas, reconociendo que es Él quien nos da la capacidad para hacer riquezas y alabándole por ello.

Los rabinos han incluido en la oración diaria este texto que nos hace acordar del Eterno que nos da poder para hacer riquezas y así confirmar el pacto jurado a los patriarcas.

Lo segundo que ayuda al hombre a ser guardado de la avaricia y de olvidarse del Eterno es su fidelidad con la entrega de los diezmos. La generosidad guarda el corazón de la avaricia.

Otro remedio que el Eterno tiene para guardar al hombre del orgullo y la idolatría de las riquezas es hacerle pasar por el desierto. La experiencia del desierto es la mejor preparación para poder aguantar las bendiciones materiales sin volverse autosuficiente, orgulloso y cómodo.

El propósito de introducirnos y mantenernos en el desierto es humillarnos para finalmente hacernos bien. A veces hay que pasar mucho tiempo en el desierto y algunos tendrán que pasar por muchos desiertos. HaShem sabe bien lo que cada uno necesita.

Si estás en un terrible desierto con serpientes, escorpiones, sequía y sed, no te alejes del Eterno. Búscale en tu angustia y confía en que él es capaz de sacar agua de la roca para saciar tu sed y alimentarte de manera sobrenatural. A lo mejor no vas a tener en abundancia, pero no vas a perecer en el desierto. Tendrás suficiente para sobrevivir y para aprender a depender del Eterno.

Tu Padre celestial es muy sabio, conoce tu corazón y sabe que según las muchas bendiciones que él te quiere dar, tendrás que permanecer en el desierto. Esto no lo hace para quitar tus derechos, sino para formar tu carácter y para entrenarte para el tiempo de la bendición.

Así que, aprende a alabarle porque te está dando lo suficiente para no morir en una situación humanamente imposible. Levanta tu corazón, tus ojos y tus manos al Cielo y aprende a darle las gracias siempre por lo que recibes, sea poco o mucho. Cuando hayas aprendido la lección te espera mucha abundancia. Y si no vas a recibir esa abundancia en esta vida, ten por seguro que el Eterno es bueno para bendecirte en la vida venidera.

Kol tuv,

Ketriel