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Ki Tetsé 49-6 Cuando salgas Deuteronomio 24:5-13 Cuando prestes cualquier cosa a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomar su prenda; te quedarás afuera, y el hombre a quien hiciste el préstamo te traerá la prenda. Y si es un hombre pobre, no te acostarás reteniendo aún su prenda; sin falta le devolverás la prenda al ponerse el sol, para que se acueste con su ropa, y te bendiga; y te será justicia delante del SEÑOR tu Dios. (Deut. 24:10-13 LBLA) ¿Respetas al pobre al igual que al rico? La ropa puede servir como objeto de fianza para la devolución de un préstamo. El que tiene dinero y presta puede tener la tentación de actuar como señor sobre el que necesita prestar de él. La Torá regula ese sentimiento obligando al prestamista a respetar la privacidad e integridad del necesitado, y no le permite entrar en su casa para tomar una prenda como fianza del préstamo. Tiene que dejar que el necesitado le dé la prenda. Además no le permite mantener una prenda de noche durante la noche y una prenda de día durante el día para que el necesitado no tenga que sufrir por el frio durante la noche y por la desnudez durante el día. Esto nos enseña que el pobre debe ser respetado al igual que el rico. Uno no puede dar más honra al rico por ser rico y menos honra al pobre por ser pobre. El que honra al rico y muestra falta de respeto al pobre está valorando las riquezas más que el ser humano y eso es una grave desviación del sistema de valores del Cielo. El dinero no merece más honra que la vida humana. Hay que respetar al ser humano más por ser un ser humano creado a la imagen y semejanza del Todopoderoso. Cuando uno entra en una tienda de ropa o en un banco o viaja en avión y usa ropa aparentemente barata y mediocre normalmente recibe un trato mucho menos respetuoso que cuando viste ropa aparentemente cara. Me he dado cuenta que aunque lleves una corbata que cueste menos que una Coca Cola recibes más honra a la hora de ser atendido que cuando no llevas corbata. El mundo está programado a honrar al dinero más que al ser humano. La Torá nos enseña que esa acepción de personas es pecado, como está escrito en Jacobo 2:1-9 “Hermanos míos, no tengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor Yeshúa el Ungido con una actitud de favoritismo. Porque si en vuestra sinagoga entra un hombre con anillo de oro y vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, y dais atención especial al que lleva la ropa lujosa, y decís: Tú siéntate aquí, en un buen lugar; y al pobre decís: Tú estate allí de pie, o siéntate junto a mi estrado; ¿no habéis hecho distinciones entre vosotros mismos, y habéis venido a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, escuchad: ¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino que El prometió a los que le aman? Pero vosotros habéis menospreciado al pobre. ¿No son los ricos los que os oprimen y personalmente os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre por el cual habéis sido llamados? Si en verdad cumplís la ley real conforme a la Escritura: AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO, bien hacéis. Pero si mostráis favoritismo, cometéis pecado y sois hallados culpables por la ley como transgresores.” (LBLA revisada) Que el Eterno nos libere de honrar al pobre menos que al rico. Kol tuv, Ketriel |