¿Por qué Esav no se había dado cuenta antes?
Esav era un hombre profano, que no tenía su vista más allá de la vida natural y de las cosas de este mundo. No le importaba el derecho de la primogenitura, que implicaba una doble porción de la herencia material en el momento de la muerte de su padre. Le importaba más satisfacer su hambre momentáneo que pensar en el futuro. Tampoco tenía interés en saber acerca de la historia de sus antepasados. No le importaba que el pueblo de las mujeres con las cuales se había casado, pertenecían a un pueblo maldecido. Tampoco le importaba las consecuencias de esa maldición, porque vivía con su mirada puesta en el placer instantáneo, no en las consecuencias que su conducta podría arrastrar.
Aunque fue muy molesto por haber perdido la bendición de su padre, no fue por motivos espiritualmente elevados, sino con el fin de aprovecharse al máximo de todo lo que podía satisfacer su egoísmo. Es obvio que no le importaba el llamado que tenía su familia desde Avraham su abuelo.
Es cierto que supo honrar a su padre, y eso es un mérito. Al decir que no quería matar a Yaakov hasta la muerte de su padre, se revela algo del respeto que le tenía. No quería causarle mayor sufrimiento. Por causa de ese respeto sus descendientes fueron muy numerosos e importantes para el desarrollo de la historia mundial.
La Torá revela que Esav no se había percatado de que sus padres no querían a sus dos mujeres y que no deseaban que Yaakov se casaran con las hijas de Kenáan. Por eso nos surge la pregunta: ¿por qué Esav no se había dado cuenta antes de estas cosas? Obviamente Esav no pudo discernir bien cuáles eran los deseos de sus padres, ni conocía la causa de las actitudes de moral alta que él había aprendido desde pequeño. Su sentido para las cosas del Eterno no estaba abierto. Sus oídos y ojos espirituales estaban tapados y su corazón era insensible a los impulsos divinos, incluso cuando venían de sus padres.
Tenía que pasar una cosa muy grave para que se diera cuenta de lo que no les gustaba a sus padres, para no hablar de lo que desagradaba al Eterno, algo que para Esav no tenía ninguna importancia. Como su vida consistía en lo que él podía sacar de ella en cada momento, sólo se dio cuenta de las cosas cuando ya era tarde.
Se fue a casar con una hija de Yishmael para, de alguna manera, calmar el desagrado de sus padres. Pero la cosa no mejoraba por eso, porque no hubo un cambio radical en su interior. Sólo quiso arreglar la situación por encima, pero no quiso bajar del trono de su corazón.
Querido discípulo del Mesías, levanta tu mirada y fíjate en las cosas que hay en el cielo y en lo que vendrá en el futuro. No vivas para el momento. No busques tus propios placeres. No intentes agradar a tus padres u otras personas para que te miren bien. Humíllate en tu corazón y pídele al Eterno que te revele las cosas que son importantes para él y para la vida. Entonces seguirás la línea de bendición de los santos que poblarán el mundo venidero.
¡Shabat shalom!
Ketriel